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Cultural

Sony llega en Navidad, un cuento de un diciembre en Cartagena

A mí Sony me parecía el mismísimo Michael en persona, pero nadie se atrevía a decírselo por dos cosas. Uno, porque era verdad; dos, por envidia.

Sony llega en Navidad, un cuento de un diciembre en Cartagena
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Era 1978 en la calle de Las Américas, en el barrio El Bosque. A un extremo queda “Puerto Rico”, la tienda donde compraba el pan y la leche. Al otro extremo queda la embotelladora de la Kola Román. En ese año mi papá compró un Renault 4 de agencia y vendía libros por todo el sector industrial de Mamonal: iba de fábrica en fábrica fiando paquitos, revistas de plebedad, libros de ingeniería, discos, perfumes, mentol chino, menticol rojo de Panamá, útiles escolares, calculadoras de bolsillo. Así lo hacía todo el año, de manera que nunca supimos en qué momento nos compraba los aguinaldos que nos ponía el niño Dios.

Mis vecinos de infancia fueron los Coneo, quienes tenían una estruendosa radiola que los fines de semana preñaban de vallenatos. Y cuando tenían una fiesta grande, nos asomábamos por los ventanales a ver bailar a los invitados. A ver cómo venían vestidos, cómo olían y a ver quien de las muchachas se dejaba arrecostar el bulto mientras bailaban música de matrimonios decembrinos. Más allá vivían los Guzmán: tenían un equipo de sonido que sonaba más duro que la radiola de los Coneo; pero, lo mejor, era que tenían long plays de música Solle. Recuerdo muy bien cuando Angelito, el menor de ellos, puso “That’s the way” de la orquesta “KC and the Sunshine Band”. Por fin había algo diferente en Las Américas.

Algo muy parecido a la gente de mundo que aparecía en las revistas de plebedad que vendía mi papá en su Renault 4. No entraba mucho a la casa de Los Guzmán porque, la verdad me daba mucho miedo la cara del señor Guzmán. Tenía un semblante ambiguo: adusto y elegante. Era una especie de conde Drácula: blanco y quemado por el sol, de manos callosas e inmensas, de ojos azules, de gruesos bíceps y tocaba un órgano de fuelles los miércoles por la noche, en medio del silencio colegial de la calle polvorienta. Preferí siempre escuchar la música Solle desde la terraza de mi casa y evitar la Navidad oscura de la casa Guzmán. Hasta los foquitos se veían turbios. Lea aquí: “Estoy orgullosa de ser negra”: niñas recibieron muñecas negras en Navidad

Un día mi papá le puso un pequeño equipo de sonido al Renault 4. Era marca Sanyo y lo mejor era que tenía banda FM y Victoria fue de las primeras emisoras al aire. Era entonces cuando tenía mi combo de Solles en el colegio. No nos perdíamos “Mid Night Special”, que daban los jueves a media noche, para comentar los videos musicales durante toda la semana e imaginar los lugares de donde venía todo: “Boogie Wonderland” del grupo “Earth, Wind and Fire” fue uno de esos. Allí los negros y las negras aparecían con atuendos espaciales, la ropa no paraba de brillar, las trenzas, los peinados, los pases, los gestos: todo era muy Solle. Y la verdad es que Cartagena era muy chévere y con la música Solle el año entero parecía diciembre.

Aquella Navidad, Mayo, la mamá de Richard y Elizabeth, puso un pick up y ahí fue cuando escuché por vez primera a Los Jackson’s Five. La verdad es que cada vez que sentía el equipo de Angelito y/o el Pick up de Mayo, me invadía el interrogante: “¿De dónde sacan esta música?”. Mis papás no me dejaban salir a la calle, pero una noche vi cómo bailaban “Blame it on the boogie”. Mayo tenía unos sobrinos que llegaban de Caracas, unos gemelos negros que vestían una ropa bacana. Cachuchas de medio lado, chompas de plástico rojo y amarillo, jeans de bota ancha y zapatos de plataforma. Uno de ellos tenía un peinado afro, muy bien cuidado. Sony, le decían y cada vez que llegaba de vacaciones todos tenían que ver con él. Quizás bailar como él, caminar como él, vestir como él, sonreír como él. A mí, francamente, Sony me parecía el mismísimo Michael en persona, pero creo que nadie se atrevía a decírselo por dos cosas. Uno, porque era verdad; dos, por envidia. Lea aquí: Sueños de Navidad: más de mil niños recibieron regalos en el coliseo Rocky Valdez

Allí estuvo Sony con su ropa, su música y sus nuevos pases. Esta vez, en el pick up de Mayo, sonaba un nuevo grupo: “Kool and The Gang”. Sony bailaba con gafas oscuras de espejuelos generosos. 2023, ya no suena Victoria FM. El Renault 4 no tiene radio, cumpliría 45 años de existencia y papá sigue sacando aguinaldos de los más insospechados lugares, pues, todos aún lo sabemos en el barrio: Sony llega en Navidad.

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