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Revista dominical

Debatir la salsa en Cartagena

Debatir la salsa en Cartagena
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Hace años, en 2007, el cronista Rubén Darío Álvarez preguntó: ¿Por qué en Cartagena se sigue escuchando el mismo repertorio de salsa desde hace cuarenta años? Por su parte, el profesor cubano Jorge Álvarez también ha propuesto otro enfoque del saber salsero, pues, se trata de una matriz musical de amplia envergadura cultural y de gran repercusión en la creatividad de músicos y público. El enfoque de Álvarez, en resumen, es dar cuenta del complejo y rico devenir de la salsa en Cuba. De otro lado, el pasado 18 de mayo, el médico salsero, Carlos Díaz Redondo, expuso un panorama de la salsa hoy en Cartagena, en donde estableció ciertos períodos. Propuso Díaz una etapa inicial de esplendor en los años sesenta y setenta; un giro hacia lo romántico en los años ochenta; una decadencia hacia los noventa; y, una especie de renacer nostálgico en los años recientes, entre otras consideraciones.

En esta ocasión me permito hacer algunas apuestas. En primera instancia responder ¿Por qué es importante someter a debate la salsa en Cartagena? Las contribuciones de este debate son muchas, pero, me centraré en tres. Uno. Estudiar la relación entre Cartagena y la música salsa es investigar la creatividad y la cultura popular local: ¿Qué aprendimos los cartageneros cuando llegó la salsa? Aprendimos una sensibilidad urbano – caribeña, que reconfiguramos y la convertimos en el Sonido Cartagenero de los años ochenta. Dos. Si nos atenemos a la periodización que propone Carlos Díaz, vale la pena interrogar cada una de sus etapas en tanto cuáles fueron las condiciones en que se consumió la salsa y de esa forma conocer la historia de los sectores populares de Cartagena y sus prácticas musicales. De esa forma, siguiendo la pista del consumo de la salsa, se puede reconocer la voz de los que no tienen voz en la historia contemporánea de la ciudad. Tres. Las inquietudes de Juan Álvarez y de Rubén Darío Álvarez apuntan a interrogar qué clase de salseros en el Caribe somos. Y en verdad que somos muy selectos y restringidos a ciertas sonoridades salseras que privilegian los repertorios musicales ubicados en la primera etapa arriba señalada. Por su parte, desde el punto de vista de las fronteras salseras que imaginamos del Caribe predominan Cuba, Puerto Rico, Nueva York y en menor medida República Dominicana, Panamá, Venezuela, Colombia y algunos lugares del continente africano. En general, no creemos que hay salsa en otras partes del mundo y estamos convencidos con firmeza que salsa sólo es la de los años sesenta y setenta.

Vale la pena preguntar si las etapas de la salsa que propone Carlos Díaz son válidas para Bogotá, Cali, Barranquilla o Medellín. Una inquietud que se puede extender a todo el continente americano. Conozco la experiencia de la salsa en la Ciudad de México y Veracruz y resulta sorprendente y emocionante, en especial, si tenemos en cuenta el protagonismo del cartagenero Dany Daniel, entre muchos otros. A mi manera de ver las mencionadas etapas son pistas para contestar las inquietudes de Rubén y Juan. Y, de otra parte, ponen de manifiesto todo el material salsero que descartamos de nuestro saber colectivo de salsa. Por ejemplo, hace unas semanas falleció el gran músico cubano Juan Formell, director de la orquesta Los Van – Van, y nadie en la ciudad se dio por enterado. Bueno, tampoco tenían porqué.

Precisamente por eso vale la pena debatir e interrogar nuestra experiencia con la salsa en Cartagena. Sin duda nuestra sensibilidad salsera es una herencia de saberes musicales para las nuevas generaciones; pero, es un saber cada vez más limitado y olvidado. Aquí resulta importante la diferencia entre historia y memoria. La primera es el método riguroso de las fuentes y su participación en el debate entre los distintos enfoques historiográficos. Al respecto, creo interesante leer el libro: Salsa y cultura popular en Bogotá de los profesores Nelson Gómez y Jefferson Jaramillo de la Universidad Javeriana (2013). La memoria, por su parte, es un recurso social muy caprichoso, engañoso e impreciso pero mientras esté fresca y verosímil es de gran relevancia cognitiva. Mejor dicho, mientras estemos recordando la salsa hay esperanzas de preservar su gusto y sensibilidad; de ahí que el método histórico sea tan importante.

No es suficiente documentar nuestra experiencia social y cultural con la salsa en Cartagena. Creo que tenemos que ensanchar nuestra sensibilidad musical y reconocer la salsa como una banda sonora mundial que es producida, escuchada y bailada en los lugares y culturas más impensables. Debatir la salsa en Cartagena, es un buen método para interrogarnos a fondo.

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