Según un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo, el 25% de los empleados a nivel mundial siguen sin sentirse valorados en sus trabajos y el 87% no están comprometidos con su empresa. Como resultado, varias compañías están viendo una importante reducción en su productividad y crecimiento. Un empleado desmotivado aporta a la empresa solo el 60% de su sueldo, mientras que un empleado comprometido aporta el 120% de su salario.
Esto demuestra que, si bien las bonificaciones o los incentivos pueden motivar al empleado a corto plazo, no suelen ser la estrategia más adecuada para despertar su compromiso con la organización y, por consiguiente, su máximo potencial. Para lograr esto, las organizaciones deben enfocarse en cultivar un sentido de propósito, un elemento esencial para impactar directamente en la motivación y el rendimiento del trabajador.
“Nadie expresa su máximo potencial realizando algo que no le genera pasión. Aquí es donde el propósito organizacional cobra gran relevancia. Cuando una organización tiene un propósito inspirador conocido y compartido por todos, las personas que resuenan con él pondrán todos sus talentos con amor y pasión para honrar este propósito, dándole significado a sus vidas y trabajos”, aseguró Humberto Rueda, sembrador de felicidad organizacional y mentor.
Rueda compartió seis elementos que las empresas deberían tener en cuenta para que sus trabajadores se sientan inspirados por su propósito organizacional y despierten así su máximo potencial:
Definir el Propósito Organizacional en tres dimensiones
- El Propósito Superior de la organización.
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- El Propósito del equipo de alta dirección.
- El Propósito de cada una de las áreas de la empresa.
Comunicar el Propósito a toda la organización
Para que se convierta en la guía de todas las decisiones y acciones que se toman en la compañía.
Iniciar un proceso de transformación organizacional
Adaptar el estilo de liderazgo y los perfiles de los cargos de la organización al Propósito, para que las personas lo honren en su día a día.
Acompañar a los colaboradores a reconocer su propósito personal
Alinear el propósito personal con el de la organización, de manera que todos puedan brillar, aportando con amor sus talentos únicos al servicio de los demás.
Alinear todos los procesos de la organización con el Propósito
Desde los valores, la cultura, la compensación y los indicadores, asegurando así la coherencia.
Contar con un programa de comunicaciones internas
Reforzar el Propósito, explicando cómo se refleja en las acciones diarias y reconociendo a las personas que mejor lo encarnan.
En definitiva, tener un propósito inspirador adoptado y sentido por todos se convierte en el faro y guía de la organización. Atrae al mejor talento, compuesto por personas que vibran con él, haciendo que sientan orgullo y sentido de pertenencia por la empresa. Esto aumenta su capacidad para ofrecer a los clientes experiencias que generan mayor conexión y lealtad, lo que se traduce en organizaciones más ágiles y eficientes.
No obstante, la mayoría de las empresas no tienen una declaración de Propósito clara. “Cuando no tenemos un Propósito Organizacional claro, carecemos de sentido y trascendencia, perdemos el rumbo, el trabajo se vuelve estresante y conflictivo, perdemos la línea ética y moral y podemos caer en acciones que, en vez de generar valor social, restan valor. Además, la sostenibilidad a largo plazo se ve comprometida, porque la inversión de los recursos se dispersa. Las personas entonces no disfrutan el trabajo, en parte porque nadie sabe realmente para qué se trabaja y porque muchas de las acciones no generan orgullo ni sentido de pertenencia”, añadió Rueda. (Lea aquí: IA: herramienta estratégica de las empresas)