Al llegar a la Institución Educativa Fe y Alegría del sector Las Américas, en Cartagena, el médico e historiador español Juan Valentín Fernández de la Gala, autor del libro monumental “Los médicos en Macondo”, publicado por la Fundación Gabo y Coosalud, dijo ante una audiencia infantil y juvenil que el mayor tesoro que buscaban los conquistadores españoles no estaba en el oro codiciado, sino en los seres humanos.
Confesó que desde hace siete años empezó a escribir este libro, de 650 páginas, luego de leer e investigar la relación de la medicina y los médicos en la obra de Gabriel García Márquez. Lea: Video: Juan Valentín Fernández de la Gala: ‘Los médicos de Macondo’, la historia detrás de las ficciones
Una de las revelaciones de Gabo que le impactó fue saber que “no hay una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga un origen en un hecho real”. Para Fernández de la Gala fue sorprendente comprobar, mientras estudiaba medicina, las enormes referencias a esta ciencia y a los médicos en toda la obra de Márquez.
Su investigación llegó al límite de conocer el electrocardiograma de los últimos latidos de Gabo el 17 de abril de 2014.
Tras los médicos
Descifrar el mundo de García Márquez con relación a la medicina y los médicos, para Fernández de la Gala, fue una odisea ardua, confiesa su autor.
Hizo tres lecturas de la obra de Gabo, como perro rastreador de esos personajes, hasta descubrir qué médicos de la realidad estaban en los médicos de la ficción. Comenzó con “La hojarasca” (1955), para precisar que el médico que se suicida ahorcándose con los hicos de su hamaca es una suma de su vecino y del confidente de su abuelo coronel, Emilio El Belga, quien se suicida junto a su perro con una pócima de cianuro.
Su vecino, el médico Antonio José Barbosa Arroyuelo (1875-1965), que aparece en sus memorias, sufría de períodos de depresión y se pasaba días en blanco tirado en la hamaca mirando el techo.
Ciencia detrás de la ficción
Al leer sobre el suicidio con cianuro de su personaje Jeremiah de Saint Amour en “El amor en los tiempos del cólera”, comprobó que Gabo tuvo que leer un libro de toxicología para precisar que quien se envenena con cianuro se le retuercen los músculos y los ojos se le vuelven diáfanos.
Al investigar cada detalle de la obra, llamó a los hijos del escritor para consultar qué médico lo asesoraba en estos asuntos, y Gonzalo García Barcha le dijo que su padre no tenía un médico de consulta sino un equipo de médicos: cardiólogos, ginecólogos, toxicólogos, psiquiatras, etcétera, a quienes consultaba sobre aspectos puntuales de enfermedades de sus personajes, y cuánto tiempo podía durar una persona en particulares circunstancias de envenenamiento o ahorcamiento. Los llamaba en todo momento, de día y de noche, a veces con sugerencias insólitas como “necesito que este personaje intoxicado tenga una agonía lenta de tres capítulos”. Lea: Especial: 10 años, Gabo eterno
Una de las personas que aportó información en este libro fue Linda Falquez de Valencia, la esposa del médico Guillermo Valencia Abdala, cirujano y amigo de infancia de Gabo en el Colegio Montessori. Gabo conservó esa amistad hasta el final de su vida, pero siempre esquivó conversar de política con su amigo conservador.
Cuando Valencia Abdala leyó el capítulo de la Masacre de las Bananeras, exclamó: ¡Gabo es un embustero! Porque el padre de Valencia Abdala era capataz de aquellos obreros bananeros sublevados.
El odontólogo personal de Gabo en Cartagena, Jaime Gazabón Serge, que más tarde dejaría su profesión para convertirse en pastor evangélico, le extrajo al escritor un canino cariado a sus 62 años y lo conservó como un amuleto, lo incrustó en una cápsula de oro, y lo conserva en su casa de Tampa, Florida.
La conferencia de Fernández de la Gala a los estudiantes de Fe y Alegría, promovida por Coosalud y Fundación Gabo, fue un viaje magistral de dos horas por los senderos de la ciencia detrás de las ficciones de García Márquez. El libro excepcional de Fernández de la Gala le ha merecido ser admitido como miembro de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, acto que se cumplirá en julio de 2024.
El libro es una formidable sorpresa editorial que aporta un aspecto poco estudiado en la obra de Gabo: los médicos y la medicina en Macondo.