Vas por la calle y de repente se te cruza por los ojos —por el alma— una palabra llana que algún mortal escribió en alguna pared que algún día fue gris: Sonríe. Y quizá sonríes. O te preguntas por qué sonreír. Quizá te preguntas quién será ese mortal y qué bicho le picó como para andar escribiendo Sonríe en esa y quién sabe cuántas paredes más de Cartagena.
Es Marion.Ve y no me preguntes cómo se llama... no quiso decírmelo, pero sí se atrevió a confesarme su más ambicioso y profundo sueño: dejar huella, impactar a través de su arte, meterse en la historia de Cartagena y hacerlo tan bien que algún día, a sus hijos, les pongan tareas sobre él. Y va por buen camino. Lee también: Marion.Ve, el artista que quiere poner a sonreír a Cartagena
¿Cómo comenzó Marion.Ve en el arte?
Marion.Ve es aquel muchachito que nació en Cartagena y creció en San Antonio, cerca de Las Gavias y Chipre; también San Fernando, El Recreo y otros barrios populares de estas tierras, tirándose bolsitas de agua y disfrutando de las Fiestas de Noviembre, jugando fútbol descalzo en la cancha del barrio y todos esos pequeños/inmensos placeres que solo los niños saben vivir al máximo.
También es el muchacho que, ya en el colegio, era “famoso” —entre sus amigos— por tener la letra bonita... “En el machismo en el que uno crece, me decían que tenía la ‘letra de niña’ y esa ‘letra de niña’ siempre me hizo sentir parte de la gente —recuerda y sonríe—, así que me pedían que les hiciera las cartas a las novias”... y, obvio, todos querían hacerse en los grupos de exposiciones con Marion porque ya tenían la cartelera resuelta. Lee además: Mc Car & Dj Dever se unen y lanzan la canción “El último adiós’'
Pero resulta que aquella letra “bonita” no era el fin, sino el medio a través del cual nuestro Marion comenzó a emitir mensajes, porque eso es el arte para él: trasmitir, comunicar su esencia.
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“Toda la vida me he sentido valorado genuinamente por lo mismo, que es el mensaje que mando a través de mi letra”,
dice Marion.Ve.
Luego, el colegio acabó y se fue a cursar Administración de negocios internacionales a Medellín. Allá estudió, trabajó y vivió de esa profesión, pero siguió “haciendo papelitos” con su “letra de niña”. Y comenzó a ver referentes de artistas urbanos que no “sobrevivían” de su arte, sino que vivían bien.
Para cuando regresó a Cartagena, lo hizo convencido de quedarse aquí, en su tierra, y de aportarle tanto como pudiera desde todo eso que había aprendido de los paisas. Fue profesor del SENA y allí aprendió metodologías de enseñanza; también comenzó a hacer tableros o menús para restaurantes.... “Y siempre le metía algún dibujito, alguna cosa diferente”, recuerda.
Acudió a varios grafiteros de la ciudad, quienes lo acogieron y le enseñaron mucho, él también les compartió de sus conocimientos y de su energía bacana.
“Yo soy de los que cree en el destino y en que la vida lo va preparando a uno para las cosas”, menciona para decir que tanto la Administración como sus aprendizajes como docente y su letra le ayudaron a ir haciéndose camino y a empezar a hacer del arte, también, un modelo de negocio... Después de todo, ¿por qué satanizar que un artista pueda ganar por su trabajo y vivir “tranquilo”?
Con el firme propósito de crecer, Marion se aseguraba de hacer videos y fotos de cada una de sus obras para publicarlas en las redes sociales cuando aún estas plataformas no eran tan populares. Y obvio: la daba toda para dejar la mejor impresión en cada cliente y hacer del voz a voz su mejor estrategia de mercadeo. Funcionó.
Marion comenzó a hacer murales en grandes hoteles de Cartagena (Hyatt, Estelar, entre otros), los puertos, etc., y pronto se vio dando talleres no solo de su arte, sino de cómo vivir de él; y empezó a colaborar con varias fundaciones, pero se quedó con dos: Amigos del Mar y Sonrisas de León; hace parte de Global Shapers, una red mundial de jóvenes voluntarios.
Ha ido con su arte a México, a Brasil, a Alemania y pronto -en septiembre- volverá a salir de las fronteras de Colombia para llevar su arte a recorrer parte de España: estará en Vigo, Valencia; posiblemente, Madrid y en Cartagena... ¡En la otra Cartagena escribirá un mural que dirá Cartagena, qué diosidencia!
Y volverá, como siempre, para compartir lo que ha aprendido y para seguir con su arte.
El arte es comunicar tu esencia
“Yo no dibujo, la gente cree que este man dibuja bonito y tal... eso es una habilidad, ¿sabes?, pero yo creo que el arte, más allá de la habilidad de dibujar, de bailar, de los oficios, es comunicar. Un artista es el que logra comunicar quién es a través de ese oficio”, me cuenta.
Marion.Ve comenzó a escribir Sonríe porque, confiesa, es muy tímido y un día le gustaba una chica y, en su afán de conquistarla, no se atrevió a hablarle mucho, pero sí a pintar la palabra Sonríe cerca de su casa. A la gente le gustó, él siguió escribiendo Sonríe porque sí y un buen día pensó que había generado algo que hacía falta aquí: los lugares comunes.
“Lugares donde la gente se sienta igual por algo, eso pasa acá con varias cosas: con los fritos, la champeta y con el sazón de la comida. Es lo único que hace que una persona que vive en Zona Norte se sienta parecida a una de El Pozón, de El Socorro. Con el Sonríe me di cuenta de que todos podemos disfrutarlo por igual y me dije este es el camino y seguí con el propósito de sumar”.
A propósito de aquel sueño inmenso, todavía se eriza cuando recuerda aquella vez que lo contactaron de un colegio porque una maestra de artística dejó una tarea sobre él... sobre el artista y grafitero que “está cambiando las dinámicas de la historia de la ciudad”.
“Tengo fotos que cada vez que las veo lloro. Papeles con palabras o frases de buena energía. Hay chicos que quieren estudiar arte porque me conocieron y ahí sí me empatiné... y voy por la gloria”, me dice.
Marion.Ve quiere y necesita alcanzar la gloria no por la gloria misma, sino porque entonces podrá mirar a los ojos a todos los niños soñadores de Cartagena y decirles con la más profunda convicción: “Mira que sí, sí puedes porque yo pude. Yo soy de aquí, no tuve plata ni tengo plata y sí pude”.