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Cultural

El maestro de San Estanislao que le apuesta al arte y la cultura

Jorge Luis García es un profesor tan apasionado por la música que decidió abrir una escuela folclórica para jóvenes en San Estanislao, Bolívar.

El maestro de San Estanislao que le apuesta al arte y la cultura
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Cuando Isis y sus compañeros de colegio eran tan solo unos niños, a Jorge Luis García se le ocurrió crear una escuela para enseñarles a tocar la gaita. Él no es músico, pero creció con la pasión latente por la música, y a muy temprana edad desarrolló la sensibilidad que le permite conectar con los ritmos desde el corazón. Por eso tomó a un grupo de pupilos, les consiguió un maestro y sembró en ellos la semilla que se iría alimentando a través de los años, y con ellos, la experiencia.

Cuando se sentaron a pensar en el nombre con el cual se bautizarían, surgió de manera predecible ‘Alma gaitera’, que refleja en dos palabras la estrechez emocional con la que se conectan al instrumento, porque la música nace adentro, sale a través del aire que se bota por la boca y termina recorriendo el cuerpo de la gaita que tiene el poder de transformar un soplo en una melodía de incalculable valor. Lea aquí: Preludio de Las Palmeras: el “tumbao” Caribe es el protagonista

John Ramírez Mendoza es el nombre del instructor, quien además propuso el nombre que hoy llevan y se encarga de la formación de los estudiantes. John es un gaitero percusionista que durante muchos años tocó con la agrupación del maestro Catalino Parra Ramírez, miembro fundador de Los Gaiteros de San Jacinto y a quien buscan rendir tributo cada vez que entonan una pieza musical.

Nacido el 25 de noviembre de 1924 en Soplaviento, Bolívar, a orillas del Río Magdalena. Catalino Parra fue indudablemente una figura clave en la música del Caribe colombiano, desde muy joven manifestó no sólo el interés sino el talento innato para componer versos y canciones festivas inspiradas en el mismo Macondo que sacudió la obra de Gabriel García Márquez. Su destreza con los instrumentos lo llevó a ejecutar géneros autóctonos con tamboras, chandés y bullerengues. En sus composiciones, inmortalizadas en el tiempo, incluye un largo repertorio con canciones como ‘El morrocoyo’, ‘Josefa Matía’ y ‘Manuelito Barrio’.

‘Alma gaitera’ fue el nombre con el que bautizaron la escuela.
‘Alma gaitera’ fue el nombre con el que bautizaron la escuela.

Esas mismas canciones fueron las que convirtieron a Catalino Parra en un referente para Jorge Luis, quien enseña con amor y dedicación y ejerce desde la vocación que lo convirtió en un hombre deseoso de llevar la cultura a cada rincón de su municipio. Fundó la escuela con las uñas, pues los recursos que recibe son pocos y vienen de amigos que genuinamente donan para que los jóvenes puedan seguir adelante y logren cumplir con los compromisos que de a poco se van haciendo. Lea aquí: La novela de García Márquez “En agosto nos vemos” se publicará en marzo

En este espacio, no solo se enseña el arte de la gaita, sino también otros ritmos característicos del Caribe colombiano, como la chalupa y el bullerengue. “Desde el momento mismo en que llego a la institución y noto que hay estudiantes que tienen un acervo cultural encima y me doy cuenta de que todos los niños que llegan a la institución traen conocimientos, traen acervos culturales, entonces decido potenciar a esos niños que tienen esos talentos”, narró.

Cumpleaños, celebraciones y hasta eventos políticos son los lugares en los que se han presentado, no solamente para pulirse como músicos sino para ahorrar algo de dinero con el que pueden costearse los gastos. “Esta misión es realmente un apostolado porque no recibo ayuda de nadie, me bandeo con mi sueldo”, contó el maestro. De hecho para poder asistir al Festival Nacional de Gaitas que inició en Ovejas el 13 de octubre, recibieron el apoyo de distintas personas que pusieron su granito de arena.

“A mí solo me gusta la gaita”

Cuando Jorge Luis descubrió el talento de sus estudiantes, ellos apenas estaban en sexto de bachillerato. “Los cogí en cero”, dice. Pero tan pronto pasaron los años, los resultados no se hicieron esperar. En el colegio mejoraron las calificaciones, se convirtieron en estudiantes más comprometidos y algunos se tomaron muy en serio la idea de convertirse en músicos. “Tengo un muchacho que quiere entrar a Bellas Artes a estudiar música”, mencionó.

Cuando Jorge García inició a los jóvenes en la música, estaban en sexto de bachillerato. //Foto: cortesía.
Cuando Jorge García inició a los jóvenes en la música, estaban en sexto de bachillerato. //Foto: cortesía.

Entre los otros aprendices está Isis, una joven de 14 años que sufrió por varios años los síntomas del trastorno con el que vino al mundo: vejiga neurógena. Por tal motivo desarrolló una incontinencia urinaria que la llevó a vivir episodios de matoneo por parte de sus compañeros de colegio y que hizo que sus papás buscaran la manera de ayudarla a tener una mejor calidad de vida. Por eso se encontró con la música. Lea aquí: Gerardo Varela y Glenis Pérez son los Grandes Lanceros de la Independencia 2023

“Mi papá me va a comprar una caja pero a mí me gusta la gaita, nada más, es la única cosa que hago”, dijo Isis Karina cuando su papá le pidió que me enviara una nota de voz días antes del festival en Ovejas. Al igual que Jorge Luis, su padre, Isis es una joven dedicada y apasionada que encontró en el sonido del instrumento la belleza de las raíces folclóricas con las que creció y a las que les rinde tributo cada vez que acompaña una canción con el sonido de la gaita, el mismo que para su padre significa la voz de la naturaleza hablándole al oído.

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