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Cartagena

Kandya Obezo, la cartagenera que fue nombrada cónsul en EE. UU.

Esta comunicadora social, con más de 10 años de experiencia en el área social y académica, se convirtió en la nueva cónsul de Colombia en Washington.

Kandya Obezo, la cartagenera que fue nombrada cónsul en EE. UU.
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El camino que va de Palenque a Cartagena y Washington es un sendero lleno de grandes paradojas en la vida de la joven diplomática cartagenera Kandya Gisella Obezo Casseres, de padres palenqueros, quien acaba de posesionarse como nueva cónsul de Colombia en Washington.

Kandya tiene más de una década de experiencia combinada entre el sector público y privado, y una travesía entre lo social, académico y comunitario. Antes de alcanzar el cargo de cónsul general de Colombia en Washington D.C. estaba cursando sus estudios de doctorado en Política Social en la Escuela Económica de Londres (LSE), que cada año entrega 80 becas doctorales para toda la universidad, “y yo llego entonces con una de esas becas a investigar un tema que siempre me ha apasionado y que está relacionado con los impactos del reconocimiento que, en el año 2005, hizo la Unesco a San Basilio de Palenque como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. En Londres tuve también la oportunidad de impartir clases y estar vinculada con el Centro de Mujeres, Paz y Seguridad y con el Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de LSE”, relata la cartagenera.

Y destaca: “El año pasado trabajé como consultora para el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe -CAF-, en un proyecto que se llamó Misión Afro Colombia y que estaba enfocado en hacer una caracterización del contexto histórico y desde diferentes dimensiones a la población afro de Colombia, para diseñar y sustentar propuestas de intervención hacia la búsqueda de un desarrollo integral sostenible en los territorios afrocolombianos”. Lea aquí: La película sobre la vida de Francia Márquez estará en importante festival

Maria Mónica Obeso Casseres (Hermana), Miguel Obeso Miranda, Kandya Obeso Casseres y Marcela Casseres Reyes (Madre). //Foto: cortesía.
Maria Mónica Obeso Casseres (Hermana), Miguel Obeso Miranda, Kandya Obeso Casseres y Marcela Casseres Reyes (Madre). //Foto: cortesía.

Antes de Londres

Antes de irse a Londres, la diplomática estuvo en la Cámara de Comercio de Cartagena. “Primero, como jefe de Asuntos Culturales, donde logramos la consolidación de los emprendimientos culturales e impulsamos la creación del Clúster de Experiencias Culturales para Cartagena y Bolívar. El propósito del clúster, que sigue activo, es generar mayores oportunidades de crecimiento y competitividad a partir de las potencialidades y riqueza cultural de nuestro territorio en articulación con entidades públicas, universidades, empresarios y gestores culturales.

“Yo llego a la Cámara en un periodo que nos coincide con el COVID, entonces fue súper importante poder articularnos alrededor de esa apuesta cultural muy enfocada al desarrollo de productos y servicios culturales con base en el patrimonio material e inmaterial de esta región. En ese ejercicio, identificamos más de seis mil empresas y emprendimientos que generaban aproximadamente 1.6 billones de pesos anuales en ventas y cerca de 25 mil empleos como parte del sector turístico en Cartagena y Bolívar”, precisa.

Y añade: “en la Cámara también estuve vinculada como jefe de Emprendimiento y desde esa posición estuve al frente de la organización del Foro de Jóvenes Protagonistas del Cambio, enfocado en habilitar espacios incluyentes que estimulen el emprendimiento en los jóvenes. Además, tuve la oportunidad de servir en el Gobierno nacional como subdirectora de Educación y Participación en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. En esa posición, fui responsable de toda la política social y tuve la oportunidad de trabajar con indígenas, afrodescendientes, raizales, palenqueras y organizaciones de mujeres alrededor de temas de participación e inclusión. Lea aquí: La partería es declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

María Hernández, vicecónsul, fue la funcionaria que tomó el juramento en el acto de posesión. //Foto: cortesía.
María Hernández, vicecónsul, fue la funcionaria que tomó el juramento en el acto de posesión. //Foto: cortesía.

“Trabajamos de la mano con los jóvenes que hacen parte de la Red Nacional de Jóvenes de Ambiente y con organizaciones locales como la Guardia Ambiental de Cartagena, que hace un trabajo maravilloso en educación ambiental y protección de nuestros ecosistemas naturales. En el Ministerio de Ambiente impulsamos la reglamentación del capítulo cuarto de la Ley 70 de 1993, que es el capítulo ambiental, y para eso hicimos un proceso de consulta previa con representantes de las comunidades negras. Asimismo, apoyamos la logística para llevar el cuadro de Juan José Nieto, el primer presidente negro del país, a la Casa de Nariño. En ese proceso jugó un papel muy importante, además del Ministerio de Cultura, el Museo Histórico de Cartagena”.

El fulgor de la herencia

Kandya se siente orgullosa de sus abuelas y tías que sacaron adelante a sus familias, forjando profesionales, vendiendo dulces por las calles, haciendo masajes en las playas, o en el caso de los hombres sembrando la tierra. Considera que las mujeres palenqueras son un ejemplo de vida. Son aguerridas y se sobreponen a las adversidades y dificultades.

Su padre, Miguel Obeso, siempre le dijo que él no tenía una herencia material para dejarles a sus hijos, solo la herencia de la educación podía darles. Tanto él como su madre se esmeraron para que sus hijos tuvieran la mejor educación posible. Tanto ella como su hermana estudiaron en Comfenalco y la Universidad de Cartagena, estudiaron inglés con becas en el Colombo Americano y cursaron maestrías en Estados Unidos. Su hermana terminó una maestría en Leyes en New York University y Kandya su segunda maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Georgetown en Washington. La primera fue en Desarrollo y Cultura en la Universidad Tecnológica de Bolívar.

Kandya durante sus primeros años de vida. //Foto: cortesía.
Kandya durante sus primeros años de vida. //Foto: cortesía.

De su padre admira su devoción por guardar la memoria de los momentos, como si quisiera congelar instantes en el tiempo. Su madre, que es docente y coordinadora académica en un colegio público en Cartagena, es para ella “la columna vertebral de nuestra familia. De ella he aprendido mucho de resiliencia: ella terminó la universidad cuando mi hermana y yo estábamos grandes y a pesar de eso, ha logrado avanzar tremendamente en su carrera profesional. Es también una persona muy comprometida con su trabajo y con mucha determinación. Me gusta pensar que también le heredé esas cualidades de organización, de rigurosidad, determinación y compromiso a mis papás”. Lea aquí: El bolero es declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

Cuando evoca su infancia se abren las ventanas de dos casas: la casa de Cartagena, donde vino al mundo; y la casa de Palenque, la casa de los abuelos donde regresó recién nacida, y vivió durante cuatro años. Ella recuerda que en aquellos años el tiempo transcurría entre los abuelos, los padres y los tíos, jugando con sus primos y primas en el arroyo de Palenque, recorriendo las calles del pueblo y escuchando las historias fantásticas de la tía Trena sentada en su taburete en la puerta de la casa.

Kandya inició sus estudios en el jardín infantil Mis Pasitos Palenqueros, en donde iba acompañada de su prima. En estos años de su vida es nítida y resplandeciente la imagen de su abuelo paterno, Miguel Obeso, uno de los primeros palenqueros que se vino a vivir a Cartagena, y trabajó en las empresas públicas como recolector de basuras. Cuando ella nació, el abuelo ya era pensionado y se había regresado con la abuela a vivir a Palenque. Él era un apasionado lector, quien estaba al pie de las noticias leyendo el periódico en el comedor.

Kandya confiesa que verlo cada día leyendo el periódico marcó su interés por la lectura. Fue así como decidió estudiar Comunicación Social. Cuando le ofrecieron en 2022 escribir una columna de opinión en un periódico nacional, pensó en el abuelo. Y soñaba que en algún punto del cielo debía estar sentado en su taburete celeste con el periódico en las manos, leyendo las columnas de su nieta.

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