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Columna

Tu imagen por siempre en mi pecho

“En nuestro país se publicó, el 12 de septiembre de 1821, una ‘ley sobre la extensión de la libertad de imprenta’, lo que impactó en el negocio, no solo de la imprenta, sino en...”.

RICARDO CHICA GELIS

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A mediados del siglo XVII ciertos experimentos con espejos, lentes y cajas oscuras se ponen en práctica en varios puntos de Europa. Se trató de un ámbito científico en el que aparece la Linterna Mágica, antecedente tecnológico de la cámara y el proyector de cine. En general, cada experimento constituyó lo que se conoce como ‘juegos ópticos’, los cuales, proyectaban ‘sombras y fantasmas’ en las paredes, lienzos y pantallas.

Los ‘juegos ópticos’ fueron objeto de la curiosidad de las gentes, lo que propició su exhibición en ferias, carpas y celebraciones a cambio de un puñado de monedas. En otros términos, es el negocio del espectáculo de los ‘juegos ópticos’, lo que facilitó que estos llegaran a Cartagena a mediados del siglo XIX, gracias a nuestra condición de puerto, es decir, nuestra interacción con la red de puertos del Caribe y el mundo. Un ejemplo: la Casa Ackermann de Londres (Editora más grande de su época) despachaba libros a la tienda de Antonia Rubio, en la calle del Colegio, y el 24 de junio de 1849 llegó el título ‘El fantasmascopio o disco mágico’ (Semanario de la provincia de Cartagena, N° 363)

El siglo XIX fue la centuria de la comunicación, cuando se interconectó el mundo, gracias a la incidencia de la tecnología en la economía: el cable submarino, el telégrafo, el ferrocarril, el transporte de valores, el sistema de correos, la logística mundial de mercancías, los sistemas de transporte público y los taxis, el mercado editorial y la prensa, el mundo del espectáculo, el daguerrotipo, la fotografía, el cine. La humanidad comenzó a marchar al compás del reloj, y para siempre se acuñó la máxima: “El tiempo es dinero”.

En nuestro país se publicó, el 12 de septiembre de 1821, una “ley sobre la extensión de la libertad de imprenta”, lo que impactó en el negocio, no solo de la imprenta, sino en cualquier iniciativa que tuviera relación con comunicación, publicidad, periodismo, artes gráficas, fotografía y daguerrotipo, publicación y mercado de libros. Y así, hasta comienzos del siglo XX, cuando se consolida el negocio del cine, el teléfono, la música y el fonógrafo.

Por el ‘Semanario de la Provincia de Cartajena’ sabemos que en el Palacio de la Inquisición se presentaron el Cosmorama y el Diorama el 26 de julio de 1846, y se vuelven a presentar en 1849 y en 1851 (al parecer) ante la comunidad académica de la Universidad de Cartagena. Un estudio de daguerrotipo aparece en la calle de Dolores (actual Vicente García) en julio de 1842. Allí hacían el retrato, vendían el aparato y enseñaban su funcionamiento para montar negocio. El daguerrotipo en Cartagena impactó los usos amorosos, cuando en el mencionado periódico se publicó lo siguiente: ‘A UNA SEÑORITA’. Que al famoso Daguerre has dejado /atrasado en su tipo es un hecho /pues con solo mirarme has grabado /Tu imagen por siempre en mi pecho (1 de octubre de 1843).

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