En Cartagena de Indias hay una ciudad de carreteras destapadas, terrenos baldíos, empresas de gran infraestructura y otras abandonadas que parecen sacadas de una película de terror. En medio de la zona industrial de Mamonal, aparecen casas de material, de madera y hasta de láminas de aluminio, algunas al pie de un caño, otras son siameses. La música no falta, aunque sean las diez de la mañana de un jueves, y el desesperante pitar de los vehículos, le confirma a la comunidad que no están en completo olvido.
Las motos dominan el espacio, en todos los sentidos y sobre cualquier superficie. Sus ires y venires cuentan la ausencia de transporte público masivo, así que son ellas las encargadas de conectar a los habitantes con el mundo exterior. Niños descalzos sobre las terrazas esperando que lleve la bonanza, madres con hijos sobre sus caderas miran a lo lejos pensando en los alimentos, ancianos sentados bajo un arbolito viendo la vida pasar ante sus ojos. Todo eso pasa en el barrio que fue fundado en junio del 2000, cuando familias desplazadas de la violencia se asentaron en aquel territorio con el sueño de tranquilidad, de lo propio, con sentido de comunidad. Lea aquí: Villa Hermosa, un barrio que sueña con hacerle honor a su nombre
Todo pasa ante nuestros ojos, tanta necesidad por mostrar, pero hay una historia en particular que nos trae hasta Villa Hermosa donde no hay señalización, más que la que nos indican sus habitantes. A lo lejos parece que nos aproximamos a la nada, al abandono, por lo que decidimos parquear frente a una tienda y preguntar por la señora Luz Mary Bueno. Al unísono, tres jóvenes contra preguntan - ¿la hermana Luz Mary? Derecho a la derecha. La única casa blanca de dos pisos con rejas hasta arriba - dicen como si las características fueran una rareza.
Ahí está, la casa blanca de rejas altas, las cuales están abiertas de par en par. No se ve a nadie, así que saludo desde afuera. Ella responde: “adelante”. Camino hasta la puerta y no veo a nadie, “Buenas”, repito. “Adelante”, ella ordena, yo entro y la veo rodeada de dos niñas y ayudando al más pequeño de la casa a ponerse los zapatos. Lea aquí: Video: Villa Hermosa, el barrio de Cartagena que pide una vida digna
Luz Mary Bueno Serrano tiene 44 años, es de Bucaramanga y en Villa Hermosa todos la conocen. Ha transformado su hogar en un espacio de aprendizaje, en el refugio de muchos niños y el alivio de muchos padres. Junto a su esposo Fernando Gómez Villa y sus hijos Josué y Elías Gómez Bueno, tomaron la decisión de dedicar gran parte de su tiempo a ayudar a su comunidad.
“Esta iniciativa nació durante la pandemia, de la necesidad que vi en nuestra comunidad. Los niños no tienen acceso a internet y es una herramienta indispensable para sus actividades escolares. Dios tocó mi corazón y el de mi familia”, asegura Luz Mary. Lea aquí: Niurka Rignack, la cubana que custodia el arte en Cartagena de Indias
Para ella no había virus que la detuviera de ayudar a los niños con sus actividades académicas. Su casa era, mejor dicho, es de las pocas con computador y el indispensable y necesario internet, que se ha convertido en un servicio básico para todos. “Los niños traían los celulares de las mamás y cuando les entraba una llamada salían corriendo, pero regresaban a terminar”, dije y cuenta que, por seguridad, los niños se sentaban en la calle para evitar contagios, y aunque sueña con poner un techo sobre el barrio para que el sol no maltrate tanto, era la manera más segura para que todos accedieron a la red, puesto que no había espacio en la casa para tantos. No solo eran los niños de su comunidad, sino jóvenes universitarios y hasta habitantes de Policarpa.
La voz del futuro
“Toca”, dijo un niño asistente. Lo dice con un sentimiento de esperanza, aunque la palabra detone resignación.
Edutic, un proyecto social y educativo, es un espacio para seguir creciendo y superar las adversidades. La familia Gómez Bueno presta el servicio de tareas dirigidas sin cobrar, de ahí los niños salen listos a su jornada escolar. Van llegando a cualquier hora del día, según su necesidad. Pueden ser hasta más de 20 en un día. Lea aquí: ¿Quién define cómo son los cuerpos de las mujeres en el Caribe?
“Nosotros nacimos para servir. Dios nos hizo con un propósito y es ayudar a los demás. Es hermoso cuando podemos ser útiles en nuestra comunidad”, escribe Luz Mary. Además, me cuenta que tanto su esposo como sus hijos están involucrados, aunque a su esposo no lo vean tanto en casa, pues sale a trabajar para proveer a su hogar. Sus hijos se convierten en profesores, el menor la ayuda a manejar el computador, mientras el mayor imparte clases de Word, Excel y PowerPoint a los bachilleres.
En un especial que El Universal hizo sobre este barrio, la habitante Juana De Arco afirmó que las oportunidades por allá ni se asoman y que la vida en Villa Hermosa muchas veces es triste por las precariedades a las que se sumergen día a día: “los muchachos día a día tienen que ver cómo hacen para buscar alimentación Muchos son mototaxis, recicladores y a diario buscan para sobrevivir, porque el Estado nos ha abandonado”.
Al igual que su vecina, Luz Mary asegura que el Estado no se acuerda de ellos. Así que no se quedará de brazos cruzados, esperando por el primer mandatario que los tome como una prioridad. Ella y su familia pueden marcar la diferencia y a eso dedican sus vidas, porque quienes los impulsan a seguir adelante son los niños y el esfuerzo para ser mejores, para ocupar los primeros lugares porque tienen la convicción de que pueden lograr cosas grandes, y la forma en que los padres se han involucrado en la educación de sus hijos. La alegría del niño que le cuenta a su madre que alcanzó una buena calificación y las lágrimas de esta al escuchar la noticia. Lea aquí: Galería: así fue la visita de la reina Letizia de España a Villa Hermosa
No obstante, hace un llamado de atención para que los padres de familia hagan un mayor esfuerzo e impulsen a sus hijos a soñar y a trabajar por acceder a la educación superior. Asimismo, le pide a las autoridades “que pongan su mirada en nuestras comunidades más vulnerables”, porque en ellos también son importantes y esenciales en el crecimiento de la ciudad.
Milton Muñoz Aguilar estaba en la calle hablando con unos vecinos, Luz lo llama para que nos cuente sobre las clases de música que reciben los sábados en la iglesia y cómo son las prácticas en el segundo piso de la casa. Él canta y entre las personas que van hay cinco niños que tocan piano, guitarra y batería. Aprovecho nuestra conversación para preguntarle qué significa Luz Mary para la comunidad, con una sonrisa amplia y la voz entrecortada me dice que la hermana Luz Mary es el verdadero significado de su nombre, luz en medio de la escasez y necesidad.
“Si te contará todo lo que hace por nosotros. Además, tienen un comedor para los niños, vienen muchos y todos se acomodan en todo el primer piso. La comida es deliciosa, la mejor cocina”, expresa. Lea aquí: Video: conozca a las jóvenes cartageneras que se abren paso en la ciencia
Aquella cartagenera puedo haber nacido en Bucaramanga, pero ella gasta sus segundos, minutos y horas trabajando por el bienestar de los niños de Villa Hermosa. El don de servicio que Dios le ha regalado no le permite desfallecer. Sus fuerzas son renovadas cada mañana y sus puertas abiertas de par en par reciben a todo aquel que necesita de una mano amiga, porque si los niños necesitan algo, ahí estarán.
“Gracias a ella terminé el colegio”, dice Milton, sonríe, sorbe del café que nos brindó Luz Mary, y la ve como un hijo a una madre.