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Farándula

A la Niña Mencha le tiraron piedras en Turbaco

La telenovela ‘Gallito Ramírez’ fue ganadora de ocho premios India Catalina en los 90, grabada entre la opulencia de la urbanidad y la riqueza del mundo rural, aún tiene muchas anécdotas por contar.

A la Niña Mencha le tiraron piedras en Turbaco

Margarita Rosa de Francisco y Carlos Vives. // foto: ilustración

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Entró sudado y con los guantes puestos. Todo el pueblo conocía a Javier (Carlos Vives) como “Gallito”. Esa mañana irrumpió en la sala de su casa con la furia apasionada de joven enamorado. El nudo que tenía en la garganta lo soltó frente a Tulia: “Mami, necesito una camisa nueva y el pantalón azul. La niña Mencha llegó a Cartagena y voy a recogerla”, fue el diálogo introductorio al capítulo piloto de ‘Gallito Ramírez’, telenovela original de Caracol Televisión, estrenada el 11 de agosto de 1986 y basada en El Flecha, una obra de David Sánchez Juliao.

Se llevó ocho premios India Catalina en 1997 y puso en el reflector a Margarita Rosa de Francisco, además le dio a María Mercedes Issac el premio a mejor ambientación... ¿y cómo no?, fue grabada en algunos barrios de élite en Cartagena, pero el dato curioso que quizá pocos recuerdan es que los productores también pisaron el terreno rural y exploraron algunos barrios del municipio de Turbaco, lo que trajo consigo alegrías y asombro en los habitantes, quienes aún recuerdan el rodaje. Lea también: Motocarro: el vehículo que lleva 24 años en Turbaco y no quieren en el Centro

Aseguran que Margarita Rosa de Francisco flechó más de un corazón y se llevó una que otra pedrada metafórica en el pueblo, esto último teniendo en cuenta el remoquete que ha catapultado a los turbaqueros como “tira piedras”, que alude a un viejo mito que reseña que los turbaqueros machos enamoraban de esa forma en el pasado, tirándole una piedrecilla a la turbaquera o foránea que les llamara la atención.

Carmenza Lavalle Borda, personificada por Margarita Rosa de Francisco, llamada por cariño Niña Mencha, era el amor platónico de Gallito, quien fantaseaba en la concepción filosófica de un amor sin lazos sexuales ni románticos y bajo un anhelo de lo inalcanzable.

Margarita Rosa de Francisco y Carlos Vives. // foto tomada de internet
Margarita Rosa de Francisco y Carlos Vives. // foto tomada de internet

Gallito no quería asomarse atrevidamente a los ojos de Niña Mencha. Niña por inocente, y Mencha como forma derivada de Carmenza. Niña no por niña, sino la trampa de las empleadas para adular. Niña de sustantivo, que cuelga en la punta de la lengua antes de pronunciar Mencha a secas. Niña, como la chica de humo del mexicano Emmanuel, y Mencha por ser la hija del doctor Lavalle (Felipe Solano) y Sussy Borda de Lavalle (Margalinda Castro), dueños y señores de la mansión en Cartagena donde Gallito y su madre trabajaban.

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Gallito tenía expectativas con el retorno de Carmenza, pero se llevó una gran decepción cuando vio a la joven acompañada de un gringo que conoció durante sus estudios en el extranjero. Bajo esa premisa inicial se desarrolla el piloto de Gallito Ramírez, una historia de amor y talento deportivo, porque en la historia también habla del anhelo de Gallito por convertirse en boxeador y derrotar a el Fercho Durango, interpretado por Bruno Díaz.

Esta fue la primera dupla actoral que hicieron Margarita Rosa de Francisco y Carlos Vives, interpretando a dos personajes de estratos sociales distintos.

Margarita Rosa de Francisco y Carlos Vives. // foto tomada de internet
Margarita Rosa de Francisco y Carlos Vives. // foto tomada de internet

El hogar de los Lavalle fue ambientado en diferentes lugares; para la fachada usaron una de las casas republicanas de Manga, el interior era un set caribeño armado con utilería y el patio tenía una playa privada.

Paralelo a estos lujos estaba el hogar de los Ramírez; una casa con paredes curtidas y mugre impregnada en los balaustres. Los calados de concreto con los que habían construido eran los mismos de otras casas, porque pagar la exclusividad para los Ramírez estaba lejos de toda posibilidad. La producción tuvo en cuenta para el rodaje el barrio Paraíso de Turbaco, cerca al sector ‘Paloquemao’.

Carlos Vives. // foto tomada de internet
Carlos Vives. // foto tomada de internet

“El primer día de grabación fue una revolución, en el pueblo nunca se había visto algo así. Yo estaba pequeña, y los demás niñitos corrían conmigo, salían hasta en pantaloncillos a ver las cámaras de la novela que estaba grabando el Canal Caracol. Veíamos televisión, pero pensábamos que solo grababan en otros lugares, no en Turbaco, y menos en un barrio como El Paraíso, que históricamente ha sido marginado”, cuenta Ada Cabarcas, habitante de este municipio.

Y anotó: “Seleccionaron una cuadra y conversaron con la familia Cabeza, casi todos ellos vivían en esa cuadra. También grabaron en una gallera que años más tarde derrumbaron y ahora funciona una EPS. Otras escenas se hicieron en los Patios de la Universidad y cerca de Los Lagos, ahí quedaba la finca Las Palmeras, que en la novela le pertenecía a la familia Lavalle”.

Gallito Ramírez. // foto tomada de internet
Gallito Ramírez. // foto tomada de internet
Gallito Ramírez. // foto tomada de internet
Gallito Ramírez. // foto tomada de internet
Gallito Ramírez. // foto tomada de internet
Gallito Ramírez. // foto tomada de internet
Gallito Ramírez. // foto tomada de internet
Gallito Ramírez. // foto tomada de internet

Ruralidad, peleas de gallos y mujeres envueltas en trajes con mangas holgadas de doble costura, además de los llamativos encajes y estampados de flores que combinaban con los cabellos rebeldes y flequillos retocados; este era el escenario ambientado en Turbaco, en el que estuvieron presentes Margarita y Carlos compartiendo de cerca con la comunidad. Lea también: En Turbaco conforman el frente de seguridad escolar para proteger a estudiantes

“Eso se grabó en 1995, mi casa y la de mi tío Pablo Cabeza las prestamos para grabar, recuerdo que se filmó en la sala y en el patio. Nosotros estábamos contentos, de tantas casas que había en Turbaco escogieron la nuestra. Hacíamos aseo y más tarde llegaban los actores; personas muy educadas, Margarita Rosa de Francisco era muy dada con la gente, al actor que hacía de su hermano lo adorábamos. Ellos repetían las escenas una cantidad de veces y nosotros solo los veíamos”, cuenta Jacinto García, chancero de Turbaco, quien hoy tiene 62 años.

Aprovechó para contar una pequeña anécdota: “Le di el permiso a mi hijo para que actuara en una escena. No tenía que decir nada, solo debía aparecer bañándose. Cuando se emitió la novela nos dimos cuenta de que a mi hijo lo pusieron como Gallito Ramírez de pequeño, desde entonces en el barrio lo llaman ‘Gallito’, nadie le ha quitado ese apodo”.

Hoy el recuerdo de lo que fue un desfile de celebridades en las calles destapadas de un pueblo se mantiene vivo en la memoria de los Cabeza. Esta familia todavía habita ahí, y la casa no es la misma, pues con los años hicieron remodelaciones y montaron un negocio de pescado frito, hoy son populares porque “ahí grabaron una telenovela”.

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